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Ecos de Verona


Ecos de Verona

Hay impulsos que llegan de la nada,
y de pronto, son pálpito
que traspasan felices 
del pecho hasta los labios 
como un leve aleteo de comisuras.

Mariposas perdidas 
que fueron mi sonrisa alguna vez,
hoy rumor de mis trece y sonidos
reconocibles de lo amado. 
Pero el tiempo decide a su ritmo
las notas del comienzo y de los árboles
y sabe transformar en fortuitas 
aquellas sincronías que vendrán
o esas que serán permanencia 
y vibración desde Verona.

Por eso, solo sé que voy
más allá de intentos sonoros
de olvido o invocación,
soy vuelo de mi propio nombre
y si éste suspira aún en tu boca,
dejemos que confluyan 
respiración y mirada
en un nosotros perfecto.


Breves inmortales

 Breves Inmortales

Mira por un momento estas alturas
justo aquí donde asoma la niñez
y una eternidad de ramas,
a nada semejante, 
es eco milenario de piñones.

Mira cómo la sombra escampa
con la extensión paciente de sus brazos.
Cómo crecen el alma, los pehuenes,
y se puebla de voces el silencio.

Lo cierto es que se oye doblegar
al miedo en su terrible verde
y resulta que, a veces, ansiaría
tan solo un poco  
de su resquebrajada indiferencia
al tiempo,
para así imaginar 
cómo suena la muerte cuando huye.

¿Quién podría negar belleza
en esta lentitud tan obstinada?

Mira, solo un instante hacia lo alto
y sé respiración, araucaria decidida
como cuando se ama 
y te preguntas:
¿Habrá algo más cercano a este sentirse
habitados de inmortalidad?


Umbrales del Inicio

Latido en el umbral 


¿Desde qué umbral se abren o cierran destinos? ¿Desde cuál orilla y cuál sombra se define un final a esta historia que quedó temblando en nuestra historia? Se supone que no quedan dudas cuando el pasado es perfecto trazo de promesa arrancada de raíz en plena primavera. Se supone que seguimos siendo inicio. Pero no sé si existe ese lugar donde se detiene el tiempo y los amores se rezan en las noches o siquiera se suspenden... solo puedo decir de los siempre que yo conozco, mínimos átomos conectándose apenas como la distinta respiración, la mirada y su brillo aparecido de repente, y ese latir que es sonrisa, que no tiene explicación, y que no es imaginario entre los dos.


Pienso en ello


Pienso en ello

La persistencia del árbol, 
su engrosada longevidad 
reescribiendo en solitario el horizonte...

pienso en ello cada vez que el otoño 
se roba el sol 
y las tardes son memoria enrojecida 
como tu voz
y yo sigo adosando costras
al mapa de otro día.
Ya no le caben insistencias del pasado.
- lo sé -.

Mira entre mis dedos.
Cómo se deslizan lluvia, hojas, palabras,
dejándose ir igual que rumor 
apenas se encienden una a una
las luminarias de tanta calle desconocida.

Fue un espino que creí nativo de mis tierras
y no ha dejado de dar sombra...

pienso en ello cada vez que el viento húmedo
borra un beso
y sopla y borra tus ojos, tus manos
y humedece el pan y los papeles
y también borra mi rostro
y supongo que es eso a lo que llaman espejismo.

Lo que circunda



con la clarividencia de los versos


que nos circundan.
H. DS.

Lo que circunda


Era fragilidad y pecho roto,
apenas rostro cansado en la pausa de octubre
y todas las palabras podían hacerse látigo
o mano que se suelta
y abandona.

Temía tanto creer a los gestos 
y a la lista de canciones que aman eternamente
que una vez que lo hice
no supuse necesidad de alas
cuerpo, ansias de la jabalina perfecta
o espera,
huso horario y tantas vallas que atravesar
en medio de la nada.

Era fragilidad 
y solo el beso de tu beso
encendió el sol del otro lado del hemisferio
y anhelé alcanzarte en esas orillas
a ciegas
a solas
a espalda de este sur 
y a medio andar dependiendo  
de internet y de  las redes.

Pero resulta que era fragilidad de lo único 
que no se iba a quebrar: 

amarte aun si se abre mi corazón
en la misma cicatriz que va a doler.

Si estás ahí


Cada vez que me hice pequeñito
- en posición fetal de lágrimas y espanto-
fue tu voz la canción y la cobija
para mis noches de inusitado invierno
H.S.


Si estás ahí 


Cuando incluso el tiempo nos opone
en la incoincidencia de los sueños,
saber que duermes 
mientras te amo en mis poemas
y luego, tú puedes velar en mi vigilia
con el verso de un te quiero, 
me devuelven a la fe
de esos círculos deseados
que derriban su aroma al miedo.

Saber que te acompañó mi voz
y fue caricia su sonido desprovisto de mi boca,
tiene de magia y de fracciones
que quieren seguir siendo de pulpa y grana
tibieza como mi manta menta
y la suavidad de mis manos.

Si supieras que ser abrazo
aún en la decadencia de la historia
era mi palabra húmeda
mi lluvia declarada,
mi deseo por sobre cualquiera de las ramas,
que era felicidad saberme necesaria.

pero que hoy también yo 
tengo mi escudo fetal 
cuando oigo los rugidos
de todas las mujeres que arañaron,
gatos o pumas en el aire,
que arañaron cada amor
que arañaron
y este amor,
que ha sido todo fragilidad 
y lo impalpable como único asidero,

si supieras que yo misma desconozco
el miedo cuando es grito
o celos palpitando, 

tomarías mi mano y estarías ahí
para acallar ese dolor
con el abrazo fuerte del que ama
esa necesidad de necesitar amar
tanto como la mía.


Eres mi ciudad




hasta hacerte mujer de pulpa y grana
para, al besar tu piel, decir tu nombre.
H. DS.


Eres mi ciudad


Una ciudad que despierta a la utopía, 
ahí donde eres, único yo amado
con tu canto lumínico anhelado,
hacedor de mi asombro y poesía.

Tu pecho es mi Laponia, melodía
del sol que en su descanso enamorado
reaviva el abrazo tan ansiado
que imagino en mil formas cada día.

Y te busco ciudad en obra humana
para salir a andar por la mañana
nuestros nombres regados de rocío
con la tierra en la tierra del estío

o en el tiempo del tiempo de tu boca
sintiendo que es mi hombre quien me toca.


¿Habrán respuestas?



Y cuándo yo, cansada sombra,
alimentada y llena de la propia sustancia

¿lumínica?
H. DS


¿Habrán respuestas?


Voy hecha de todas esas preguntas 
que brotaron siembra imposible
en mi desierto, entre las piedras,
temerarias,
en los restos de tierra o jardín
y aún en la maceta más insignificante
sin que yo misma fuese arraigo de tus aguas,

tan solo este largo dolor de tierra árida
antes del beso de la lluvia.

Dime, 
si cabían ahora las respuestas, 
si los límites ya dejaron el poema
y si sería mi mano junto a la tuya
esa forma en que iban a saciarse
todas mis sed de palabras,
descongelándose
como las distancias
aquí en mi boca.

Búscame




morí  por no poder quedarme en mí
o en el otro lado de la lluvia
H. DS,


Búscame


Tampoco supiste de mis muertes
y mi sed de lluvia 
mientras se me hizo desierto
el fondo de tu copa.

Pero sé que sabes de estos círculos
que aun merodean mis pechos
cuando son dulcificación de los ojos
en que ovulan mis aguas,
mis cauces como si una Valdivia de niebla
emergiera
fluvial por la piel, mi sexo y mi lengua
cuando es tu voz
cayéndome como gota.

Y si hoy supiera que estarás para mí
sosteniéndome en tu mundo
que es tu pecho en el ritmo del mío
y que me cubrirás feliz, tú, 
boca, respiración 
y mirada que recibe,
te diría:

ven por mí, 
búscame,
tómame
y déjame ser estallido de luz
que va a derramarse 
desde las venas de mis versos 
a tus besos.

Mis preguntas


Cuando tu nombre andaba por mi boca
los silencios no fueron soledades 
H. DS.

Mis preguntas por el adónde de la soledad


¿Adónde este mundo cuadrado
pequeñito, como de caja de cartón
para guardar el tiempo
de trece por dieciocho
de mis septiembres en sepia?

Adónde las otras,
las que no fueron fotografía
ni superficie de espejo
ni eco de entrañas inaugurándose
para albergar la lumbre.

Adónde es que voy siempre
vértice de algo
harina o polen del instante de pan
que no es masa ni mitad
o sueño
donde ser sonrisa detenida.

Y más ahora, adónde
estas manos sujetadas
estos ojos que se apagan, esta boca
esta sed de lluvia
y estos pies tan lejos de Valdivia
y este beso 
y este beso...

que es un aquí partido,
geografía de álbum
y mordaza y hambre
de algún adónde que no sea el oír
en esta caja
cómo cae arrugado,
el universo.


Oleajes


No sé por qué el vino se espesa en este vaso
y el fuego tiene rostros esta noche
en la que quiero hablar contigo
de nosotros.
H. DS.


Oleajes


Te reconozco aún en lo mío 
en estas cosas trece años más gastadas 
más solas sin los significados 
que se quebraban en tu boca 
cuando era tan fácil darle vida a la ciudad 
y habitarla de besos. 

Hoy me hallas otra vez prisionera de tu risa 
servida en esta copa 
con algo de cerveza lager y mar burbujeante de recuentos 
embriagados,
minuciosamente de uno en uno 
como se suele hacer con los nombres 
que se declaran en los para siempre . 

Si supieras... 
- y a veces creo que lo sabes - 
lo que son estas calles para la memoria, 
o las nubes con forma de letra arañando las respuestas 
o la palabra que soy bajo tus párpados. 

Por eso no es extraño que vuelvas 
como oleaje fresco a ser presente 
y te recites en un nuevo pacto 
insistiendo que tú eres el olvidable y no yo... 
si sólo fuera cuestión de cerrar los ojos 
e intentarlo. 

Lo sabes, 
no se quieren olvidos cuando es inevitable 
refugiarse en el amor que nos otorga la mirada


Vúlvicos



Estábamos así, igual que siempre,

y, de repente, me nacieron
todas las culpas como un latigazo
a media espalda...
H. DS.


Vúlvicos 


¿Quién quiere incitación de la carne
para cambiar después a rosa marchitando
con una espina salpicada
de espermicida y sangre?

Lo mismo que ser piel devorada al azar
por las uñas de bestias en hambruna,
sea yo mariposa, ellas gatas o lobas.

¿A qué vaticinar el después del deseo
y sus antes de intercambios florecidos?
si todo es un acorde
de versos a horcajadas sobre las lenguas
para hacerte creer simple trofeo vúlvico
que las aprisione
ahí donde no lleguen las vistas 
de la que porta el anillo y las llaves. 

Prefiero esta voz cítrica de nadie
ni tan siquiera mía,
nebulosamente lúbrica y reclamante
del verbo ungüento
como un jazz que me aturda
y me envuelva con esas ganas locas
de llorar
porque no huelas amor en mi despecho.

Creo en la poesía



porque incluso en los puertos sucedáneos
los barcos parten y regresan
H. DS.


Creo en la poesía


Quiero reconocerte y que me reconozcas,
que los regresos sean permanencia
y sea sal la sal de las lágrimas
y de este mar que ya no quiero se interponga
entre las viejas y nuevas promesas.

Que el sol sea vida y riesgo,
lo mismo para los dos 
cuando seducen sus rayos, 
mientras transcurra
un tiempo que podamos ver
entre los árboles que también transcurran
del ocre al amarillo y al blanco 
y todas las gamas del verde
que se despierta en mis ojos
cuando siento que me miras
y el sur de mi Valdivia
me respira como tú 
tan adentro más allá de mi huesos.

Y es que quiero tanto creerle a la poesía,
porque no sabe de sucedáneos
cuando ha traspasado, el corazón,
las ciudades inventadas.

Palpitar Conocido



Sin respuestas
a cada ausencia, a cada campanada
enmudecida,
H. DS.


Palpitar conocido


Llevo el corazón a semisombra
y el latido de los días
tiene el mismo color de tantos años.

Querría decir que llegas para mí 
en la primavera,
pero si las flores de los prunos
sobrevivían a las lluvias,
yo he debido naufragar 
entre las lágrimas.

Esperé tanta vida 
después de mis cartas
y tanto le confié a los mapas
que esparcí en mis versos
para que vinieras,
que hoy no sé si duermo
o si aún sueño con que es tu mano
sobre la mía, 
presintiendo ese pálpito conocido 
donde fueron a guarecerse
cada uno de tus besos.



Ecos de Verona

Ecos de Verona Hay impulsos que llegan de la nada, y de pronto, son pálpito que traspasan felices  del pecho hasta los labios  como un leve ...