Estábamos así, igual que siempre,y, de repente, me nacierontodas las culpas como un latigazoa media espalda...H. DS.Vúlvicos¿Quién quiere incitación de la carnepara cambiar después a rosa marchitandocon una espina salpicadade espermicida y sangre?Lo mismo que ser piel devorada al azarpor las uñas de bestias en hambruna,sea yo mariposa, ellas gatas o lobas.¿A qué vaticinar el después del deseoy sus antes de intercambios florecidos?si todo es un acordede versos a horcajadas sobre las lenguaspara hacerte creer simple trofeo vúlvicoque las aprisioneahí donde no lleguen las vistasde la que porta el anillo y las llaves.Prefiero esta voz cítrica de nadieni tan siquiera mía,nebulosamente lúbrica y reclamantedel verbo ungüentocomo un jazz que me aturday me envuelva con esas ganas locasde llorarporque no huelas amor en mi despecho.
Vúlvicos
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Un día de domingo
Se fragua por las calles de Santiago, en medio del bullicio distraído, un algo inevitable que aún no entona el rezo de los músicos del metro...
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Se fragua por las calles de Santiago, en medio del bullicio distraído, un algo inevitable que aún no entona el rezo de los músicos del metro...
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Crece el espino entre las acacias del parque, y en la esquina indiferente de la fuente dormida, como un sueño leñoso para el corazón futur...
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