Vúlvicos



Estábamos así, igual que siempre,

y, de repente, me nacieron
todas las culpas como un latigazo
a media espalda...
H. DS.


Vúlvicos 


¿Quién quiere incitación de la carne
para cambiar después a rosa marchitando
con una espina salpicada
de espermicida y sangre?

Lo mismo que ser piel devorada al azar
por las uñas de bestias en hambruna,
sea yo mariposa, ellas gatas o lobas.

¿A qué vaticinar el después del deseo
y sus antes de intercambios florecidos?
si todo es un acorde
de versos a horcajadas sobre las lenguas
para hacerte creer simple trofeo vúlvico
que las aprisione
ahí donde no lleguen las vistas 
de la que porta el anillo y las llaves. 

Prefiero esta voz cítrica de nadie
ni tan siquiera mía,
nebulosamente lúbrica y reclamante
del verbo ungüento
como un jazz que me aturda
y me envuelva con esas ganas locas
de llorar
porque no huelas amor en mi despecho.

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