Reflejados


 
Crece el espino entre las acacias
del parque, y en la esquina indiferente
de la fuente dormida, como un sueño
leñoso para el corazón futuro.

Echó raíces nuevas, de dolores
antiguos como el mundo, para alzar
nidos entre los nudos de su tronco
sin esbozar una sonrisa alada.

Le nacieron columpios de neumáticos,
las tallas del amor, con iniciales 
anónimas y mudas, y un letrero
en las tardes cuadradas de los años
bisiestos con su nombre disecado
por un conjuro antiguo, de espejismos

reflejados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un día de domingo

Se fragua por las calles de Santiago, en medio del bullicio distraído, un algo inevitable que aún no entona el rezo de los músicos del metro...