Palpitar Conocido



Sin respuestas
a cada ausencia, a cada campanada
enmudecida,
H. DS.


Palpitar conocido


Llevo el corazón a semisombra
y el latido de los días
tiene el mismo color de tantos años.

Querría decir que llegas para mí 
en la primavera,
pero si las flores de los prunos
sobrevivían a las lluvias,
yo he debido naufragar 
entre las lágrimas.

Esperé tanta vida 
después de mis cartas
y tanto le confié a los mapas
que esparcí en mis versos
para que vinieras,
que hoy no sé si duermo
o si aún sueño con que es tu mano
sobre la mía, 
presintiendo ese pálpito conocido 
donde fueron a guarecerse
cada uno de tus besos.



En esta noche




En esta noche nuestra de palpito callado
invento soledades en el vino.

Asgo tu mano y en mi pecho
te descubro poema coincidente
del abrazo a través de las montañas

bajo las sábanas y en este cuarto
que estrecha sucedáneo el húmedo
trasluz de tu ciudad portuaria y gris.

Miro retrospectivamente
mis adioses de versos en la niebla
que se embrean en tus contornos
de sur estatutario. Sin respuestas
a cada ausencia, a cada campanada
enmudecida,
no sé si voy o vengo de regreso.

Y ya no sé si duermo mientras duermes
o vamos juntos a soñar a las auroras
en esta cama amanecida

o simplemente sueño al compás
de los durmientes de los trenes
que alargan el ocaso.

 

Un día de domingo

Se fragua por las calles de Santiago, en medio del bullicio distraído, un algo inevitable que aún no entona el rezo de los músicos del metro...